viernes, 10 de mayo de 2019


leyendas de santa cruz de la sierra



EL DUENDE......


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Se dice que es un niño que murió sin ser bautizado o un niño malo que golpeó a su madre. Es muy pequeño, lleva un sombrero grande y llora como una criatura. Tiene una mano de hierro y otra de lana, cuando se acerca a alguien le pregunta si con cuál mano desea ser golpeado. Algunos dicen que, sin importar la elección, el duende golpeará siempre con la de hierro. Otros, en cambio, aseguran que los desprevenidos eligen la de lana y que es ésta la que en realidad más duele.



la viudita



















LA VIUDITA
Se dice que simplemente, la viudita así en forma simple y sin afijos que añadan o quiten magnitud, calidad y aprecio del sujeto o para decirlo más adecuadamente la sujeta, acá decimos la viudita, no ciertamente con la intención de empequeñecerla o rebajarla, sino como expresión de que pese A todo nos cae simpática y por la razón nos place nombrarla en diminutivo.
Para explicar lo que es, o más bien dicho lo que fue pues hace tiempo dejo de mostrarse, conviene manifestar que no era, acá entre nosotros, el horizonte, pavoroso y fatal de otras partes. Temido, así, pero solo de parte masculina , y entre a esta únicamente de cierta y determinada casta : la de los tunantes de mala fe porque los hay de reparo de conciencia.
Dizque aparecía por acá por allá, siempre sola, a paso ligero y sutil y no antes de media noche, vestía de negro riguroso, falda negras y a la moda antigua pero talle ajustado en el busto, como para que resalten las prominencias pectorales, llevaba en la cabeza un mantón cuyo embozo le cubría la frente y aquello que podría ser oreja y carrillo.
Nadie le vio jamás la cara cuando encontraba con varón de los comprendidos en su campo de acción y el tal no resistía a sus encantos, ella aceptaba que la acompañase y aun le permitía ciertas liberalidades táctiles. Pero si el apetente le buscaba el rostro en la obscuridad se oponía al intento con rápidos movimientos de cabeza o extendiendo los pliegues del mantón.
Hubiera o no de ir adelante era ella y no él quien señalaba el rumbo con solo dar dirección a los pasos , la despacio nada marcha concluía invariablemente en las afueras de lo entonces poblados, y había parajes por los que, al parecer, tenia predilección: las soledades del tao el islario de la pampa del lazareto la poza de las antas y la cerraron de las riberas del rió Nuevo.
Llevado allí el pescador y presunto conquistador, la viudita se revelaba en su verdadera esencia y actuaba según sus miradas, nada de horrores, desde luego y nada de atrocidades fantasmales, simplemente que el quídam, en estado de alucinación, creyendo ser introducido en acogedoras estancias, lo era en rincones precisamente contrario, empujado por la viudita que seguidamente desaparecía sin dejar rastro.
Cuando ya en las vecindades del día el mal venturado recuperaba el conocimiento, ahí estaba la punzante pringosa e ignominiosa realidad, lo que había visto como suntuosa sala no era sino envejecida ramazón llena de espinas si es que no matorral de pica picas con frisas y cenefas de garabatas, si sobre mullidos colchones y bajo sedeños cobertores había creído acostarse, se encontraba tirado en un barrial y entre aguas no por cierto perfumadas ¡ah, condenada viudita!
Menos mal que aparte de la aprobisa ( pero aleccionadora) ningún otro le había inferido. 

EL GUAJOJO......





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Cuenta la leyenda, que hace algunos siglos en una antigua tribu de la Chiquitanía, existía una hermosa joven: hija del cacique de la tribu. Esta muchacha se enamoró de un joven de un estatus menor que el de ella, pero el amor pudo más que las clases sociales y ambos se venían a ocultas para demostrarse su amor.
Cierto día, el padre de la joven se enteró de la aventura romántica de su hija y decidió ponerle fin. Por medio de engaños llevó al novio de su hija a la selva y cuando estuvieron muy adentrados en la selva, el cruel cacique asesinó al jóven. 
La muchacha presintió que algo ocurrió con su amado y corrió hasta la selva tan solo para ver que su amado yacía sin vida en el suelo cerca de su padre. La dolida joven en medio de llantos reclamó a su padre lo acontecido y dijo que se lo diría a todos en la tribu.Entonces su padre, que también era un chamán, hizo una terrible acción para evitar que su hija lo delatara. Por ser descendiente suya no se atrevía a matarla, entonces por medio de su magia la convirtió en una horrible ave nocturna.Pero antes de que la metamorfosis se completara, la muchacha alcanzó a pronunciar el nombre de su amado “Guajojó”.Desde entonces, durante las noches en la selva, se escucha el estremecedor y triste sonido emitido por esta ave maldita, reclamando el asesinato de su amor.
EL SILVACO....






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Muchos cuentan que el silbaco es el mismo diablo que en forma de un pajarito Silva buscando a quien llevarse, cuando las personas se iban al monte a cazar animales por las noches escuchan un silbo como si fuera otra persona que quisiera comunicarse con ellos y le respondían con otro silbo pero enseguida eran respondidos por el silbaco pero ahora mas cerca que el primer silbo y así eran cada ves mas cerca y si le siguen salvando el sigue respondiendo, hasta que el silbo es en el oídos de las personas es como un chillido que es imposible se soportarlo y les causa la muerte instantáneamente y es así como el atrae a sus victimas o sus presas por que al silbaco o el diablo no le gusta que nadie le remede o le responda cuando el Silva porque cuando el silba esta anunciando que van a venir tiempos malos y es por eso que nuestro abuelos nos tratan cuando respondemos a un silbo diciéndonos que puede ser el silbaco que anuncia que va ha venir mal tiempo y no le gusta que le responda.
EL CARRETÓN DE LA OTRA VIDA......






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El Carretón de la otra vida - Leyenda Cruceña
Mucho se ha escrito acerca de este adminículo fantasmal y paisano, dando rienda suelta a la imaginación y apelando a las mejores galas literarias. Poco o nada es, pues, lo que queda por decir de él, como no sea repetir lo ya dicho por otros con belleza y donosura, éstas difíciles de imitar por quien no posee los dones necesarios. Salvo que se quiera volver a la tradición pura, tal cual la refieren o, más propiamente, la referían las gentes del pueblo, y es lo que pretende quien teje en este telar de antiguallas.
En las noches cerradas y sobre todo en las de "Sur y Chilchi", se dejaba oír de pronto en lo soledoso de la campiña un agudo chirriar de ejes y un fuerte restallar de látigo, que hacían crispar los nervios de las buenas gentes y entrar en natural espanto. Mayores eran la turbación y el temor cuando tales ruidos eran percibidos en campo raso y el cuitado descabezaba un sueño en la pascana, junto a su jato carretero y sus bueyes. Rechino y trallazo se escuchaban entonces con más fuerza y como si el ente y el artefacto que los producían caminasen por cerca y estuvieran a punto de pasar por delante de la pascana.
Alguna vez se alcanzaron a percibir las voces del lúgubre carretero que instaba a las yuntas, y era su tono gangoso, aflautado, hipante, como no es capaz de modular ninguna garganta humana.
Si al rasgar el cielo un relámpago el campo se iluminaba súbitamente y el cuitado viajero tenía tiempo y valor para echar un vistazo, la figura del carretón fantasma se escorzaba apenas, como hecha con líneas ondulantes imprecisas.
Aunque visión campera por excelencia, no faltó vez en que se mostró en la propia ciudad, bien que a la parte de afuera y precisamente en la calle -entonces apartado y desierto callejón- que pasa por delante del cementerio. Más de un trasnochador y parrandero acertó a columbrarlo, cuando entre crujidos y estridores discurría con dirección al Lazareto.
Pero cierta noche de perros en que las sombras se apelmazaban y aullaba el viento, un prójimo dio de manos a boca con la aparición. Salía de una casa vecina, después de haber corrido en ellas largas horas de diversión copiosamente regada. Los vapores etílicos que le ocupaban la azotea le habían puesto en la condición de bravo entre los bravos y capaz de enfrentarse con cualquier peligro.
Al ver el carretón deslizarse sobre el arenoso suelo de la calle se lanzó hacia él, resuelto a saber cómo era. Lo supo al instante, de una sola ojeada. Pero de carretón ¡ay!, sólo tenía la traza. Las estacas estaban constituidas por tibias y peronés de esqueleto y en lugar de teleras asomaban costillas descarnadas. Del carretero sólo se veía la cara, si tal puede llamarse a una horrenda calavera, dentro de cuyas cuencas vacías algo brillaba y centelleaba como las brasas de un horno.
Ante la contemplación de semejantes horrideces, el hombre sintió que la tranca se le iba de un salto. Y no pudiendo más con lo que tenía por delante, echó a correr despavorido. Y gracias a Dios que llegó con bien a casa.
LA LLORONA.....





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Había una vez una mujer que se convirtió en una llorona. Ella era llorona porque murió por la poza. La poza es un lugar en el monte. A mi hermana le apareció. Ella me dijo que estaba yendo a la poza de noche con mi primo.
Ellos estaban yendo en su bicicleta en la noche como allá era monte. De ahí escucho una llorada muy fuerte y ellos corrieron a la casa de mi tía que era cerquita de la poza. De ahí le contaron todo a mi tía.
Luego mi tía se asustó y ella le contó a mi hermana que cuando estaba yendo a la poza con sus amigos y vecinos de repente se encontraba en otro lugar trayendo piedras para sentarse. Y mi tía decidió no ir con ellos más porque ella ya sabía que por ahí estaba la mujer que murió ahí y que le dicen la llorona.
Por eso ella ya sabía que cuando iban ahí la llorona está y no sé qué le hace a mi tía, pero no puede ir. Si quieren ir, tengan mucho cuidado porque la llorona los puede llevar a su escondite.

leyendas de santa cruz de la sierra EL DUENDE...... Se dice que es un niño que murió sin ser bautizado o un niño malo...